Hola a todos y bienvenidos a "In my book".
Me gustaría comenzar mi andadura en este blog con una primera reflexión que me ha llevado a iniciarme en el mundo de los blogueros y “bookstagrammers”.
No me dedico profesionalmente a la traducción, corrección, revisión ni edición de libros, simplemente (y enteramente) leo por placer, un placer que, he de reconocer, crece con cada libro que termino.
Mis inicios en la lectura se remontan, como los de casi todos, a los primeros años de mi infancia. Por suerte, mis padres, en su día primerizos, entendieron que comprar un libro no representaba un desplazamiento patrimonial entendido como pérdida de dinero, sino como inversión en educación, tanto intelectual como emocional o en valores.
Al igual que la mayoría de aquellos que nacimos a finales de los ochenta y en los noventa, los libros que vinieron después de los primeros cuentos infantiles los firmaba “El Barco de Vapor” en sus series blanca, azul, naranja y roja. Aún recuerdo los veranos de esa época cuando los niños aún teníamos tiempo de aburrirnos después de intensas tardes en la playa, dibujos animados, tiempo con nuestros abuelos, juegos en la calle y algún que otro conflicto con nuestros hermanos. Por suerte no teníamos a nuestro alcance dispositivos tecnológicos que matasen esos ratos y nuestro instinto de supervivencia nos obligaba a entretenernos por nosotros mismos. Por si el lector se lo pregunta, sí, nuestras madres han sobrevivido a nuestros pataleos, quejas y nuestros eternos “me aburro” en sus oídos sin ponernos una pantalla digital delante y su salud mental sigue a salvo.
Desde mi punto de vista, ese es el momento clave en la gestación de una afición (cuide el lector de que no se convierta en obsesión) por la lectura: siendo solo unos niños, por decisión propia y como descubrimiento de resultar un remedio paliativo a ese “mal” tan beneficioso que es el aburrimiento. Con el tiempo, este “parche del aburrimiento” se iría convirtiendo en búsqueda y elección.
A partir de ahí, un adulto va creciendo dentro de ese niño que, probablemente, en su paso a una educación superior, no necesite clases extraescolares de lenguaje, tenga buen dominio de un idioma extranjero y aprenda a expresarse de modos muy diversos en sus primeras relaciones sociales de mayor relevancia, así como, y no menos importante, a gestionar sus momentos de soledad. Con el tiempo, ese adulto es probable que encuentre un remanso de paz entre las páginas de un libro cuando haya tenido que afrontar un obstáculo sentimental, profesional o físico o simplemente consiga un momento de felicidad sin buscarlo.
Partiendo de esta reflexión, presento este rincón para compartir mi modo de entender la lectura como pasión, entretenimiento y, por qué no reconocerlo, como un refugio personal. De los libros extraigo lugares que añadir a mi próxima lista de destinos de viaje, sentimientos encontrados, historias imposibles que no viviré, ideas por materializar y otros tantos sueños por cumplir.
Y todo esto… “in my book”.
Bienvenidos, benvinguts, ongi etorri, benvidos, welcome.