En la publicación de hoy traigo una lectura que está en mi ranking de “más adictivas”. Pese a su volumen, ¡la devoré en tan solo tres días!
Joaquín Camps debuta con esta obra y no puede haber tenido una mejor entrada en el mundo literario. Si se me permite una apreciación muy personal, Camps dispone de algo que para mí es “conditio sine qua non” para llegar a ser un gran novelista y es que, además de ser escritor, es un muy buen lector. No tengo duda de que leeré su próxima obra que, según su propia cuenta de Twitter (@joaquin_camps), ya tiene terminada y todo está en manos de sus editores.
Se tratan temas muy diversos y de cierta conflictividad social, aunque en este caso prefiero dejar reseñada solamente la sinopsis para no quitar ni un ápice de suspense a esta historia:
“El atractivo profesor de literatura Víctor Vega decide aceptar la insólita propuesta que le hace la viuda del escritor Hugo Mendoza: investigar si, a pesar de que su muerte fue rigurosamente certificada, su marido sigue vivo y averiguar quién envía, cada tres de diciembre, un nuevo manuscrito del escritor fallecido. Con sus pesquisas Víctor desvelará misterios que pondrán en peligro su vida, pero lo hará acompañado de una bella y enigmática mujer de la que se enamorará irremediablemente. Paloma, una histriónica experta en matemáticas, y Santa Tecla, monja de clausura que además es un genio informático, también arroparán a Víctor en esta trepidante novela plagada de enigmas.”
Lo mejor de esta novela son sus personajes, perfilados a conciencia para ser reales, reflejo de todas las virtudes y defectos humanos de manera que todos podemos encontrar en ellos una referencia que nos transporte a lo conocido. Leer algo, también ocurre al escuchar determinadas canciones, en lo que podemos reconocernos nos empuja a ser más empáticos y, por ende, a meternos más de lleno en la lectura. Esto suele ocurrir con relativa frecuencia en otros géneros, si bien, aunar en una novela negra suspense, amor, acción, humor (es extremadamente divertida) y aventura, no resulta nada fácil.
Para lectores asiduos y amantes de la novela negra como yo, “La última confidencia del escritor Hugo Mendoza” es una obra sobresaliente, con mucha calidad literaria.
Ahora bien, puede resultar una novela compleja y demasiado extensa para quienes quieren iniciarse en la lectura o el género policíaco no sea de sus favoritos. Para evitar esto siempre recomiendo, como ocurre en casi todos los ámbitos de la vida, darse un tiempo de búsqueda hasta llegar a nuestra propia zona de placer. Hay quienes se encuentran más cómodos con una novela histórica, otros prefieren la romántica o hay quienes se deleitan con relatos de fantasía, pero para ello, ¡hay que probar!
Precisamente por esta razón y para cerrar esta publicación, he extraído de la novela una frase que me parece brillante y que refleja a la perfección lo que, para mí, es la lectura en general, y la lectura de esta obra en particular:
“Cuando oigo decir a algún idiota chirigotero que el que lee no vive, me entran ganas de gritarle: palurdo, es todo lo contrario, vive el que lee… porque sin leer la vida te pasa por delante como han pasado antes esos ciclistas, de manera absurda… imposible de interpretar.”
¿Habéis probado este libro? ¿Sois tan fanáticos de la novela negra como yo?