18 Sep
18Sep

 Sinopsis:

“Muy jóvenes se conocieron Berta Isla y Tomás Nevinson en Madrid, y muy pronta fue su determinación de pasar la vida juntos, sin sospechar que los aguardaba una convivencia intermitente y después una desaparición. Tomás, medio español y medio inglés, es un superdotado para las lenguas y los acentos, y eso hace que, durante sus estudios en Oxford, la Corona ponga sus ojos en él. Un día cualquiera, «un día estúpido» que se podría haber ahorrado, condicionará el resto de su existencia, así como la de su mujer.”

Tenía muchísimas ganas de leer esta novela no solo por la indiscutible autoridad de Javier Marías en la narrativa contemporánea sino por su temática central, el comportamiento humano.

Si se me permite una primera valoración o impresión subjetiva, esta novela constituye una reflexión sublime sobre la inactividad y pasividad en el amor que roza los límites científicos de la psicología. Marías es un verdadero genio,

Es una novela sobre el amor y la espera, sobre las características de las relaciones que se fraguan en una edad temprana, que el propio autor asocia con “lealtades inmerecidas e incondicionalidades inexplicables” consecuencia de un primitivismo más poderoso que toda lógica. Esa falta de toda lógica es la que sostiene la base de traiciones, mentiras, ocultaciones y falsedad sobre la que, en demasiadas ocasiones, se asientan las relaciones sentimentales y sobre la que también lo hace esta trama.

Cuestiones tan transcendentales a nivel psicológico como la dignidad o el amor propio ceden ante la comodidad de lo conocido, del vínculo rozando lo fraternal que subyace este tipo de relaciones, por el miedo al vacío. Incluso la infidelidad se analiza desde el punto de vista de la ventajosa posición acreedora en la que se coloca aquel que ha sido engañado. Toda su trama se orienta a la espera, al conformismo, al miedo, a la contemplación de la vida, frente a la experimentación propia de la misma. 

Mi mayor alabanza va dirigida al tratamiento que hace del factor miedo y el condicionante que supone para casi todas las decisiones de nuestra vida. Lo utiliza para referirse tanto a las decisiones de Tomás Nevinson como para aludir a la eterna situación de espera en la que se coloca voluntariamente su mujer Berta Isla:

“Al miedo le trae sin cuidado casi todo, no se detiene en lo que está bien o mal, en lo que es proporcionado o desproporcionado”.

“Lo que está perdido y en el pasado siempre es más confortable que lo presente tibio y lo improbable por venir. El daño que nos causó se distancia y se convierte en irreal. Lo que ocurrió ya no amenaza ni nos sume en la zozobra ni en la desesperación mayor, que es la anticipada. En los temores, una vez aplacados por cumplidos, uno puede refugiarse, porque ya no se volverán a cumplir.”

A nivel narrativo, una característica muy llamativa es la maestría a la hora de hacer confluir dos narradores, uno omnisciente en tercera persona y el otro, la propia protagonista Berta Isla. No hay duda de que dicha maestría viene avalada por una excelente estructuración de la trama.

Como extremos no tan positivos de esta novela puede destacarse el hecho de que, en ocasiones, se da un abuso del uso de citas literarias. Asimismo, las constantes y detalladas referencias a hechos históricos como la guerra de las Falklands o el funcionamiento del Servicio de Inteligencia Militar británico son, en ocasiones, aburridas. También abundan las reproducciones casi literales de fragmentos de capítulos anteriores de la propia novela, lo que en parte supone una ventaja por cuanto refrescan la contextualización aunque en ocasiones tanta literalidad puede resultar pesada.

Sin embargo, la inteligencia y madurez de Marías en este género salvan con éxito estos posibles contratiempos y se revelan en cada una de sus líneas. Como hecho curioso destacable y como recurso literario que me parece sublime, un guiño que hace al lector para que vuelva a orientar sus ojos hacia la trama cuando se acerca el final de la novela y éste puede empezar a desesperar de su extensión o quizá de las referencias anteriormente citadas:

“Nadie es capaz ni está dispuesto a relatar veinte o más años de golpe y casi nadie está dispuesto a escucharlos, a no ser que se trate de una narración escrita y ficticia sobre alguien inexistente, inventado, y aun así no se hace fácil atender a una historia tan larga”.

Por último he de reseñar que esta obra forma parte de una tetralogía, “El ciclo de Oxford”, si bien aunque comparte determinados protagonistas y referencias, su lectura puede ser independiente de sus predecesoras y no defrauda esta novela.

Rescato esta última frase del libro para concluir esta reseña de un libro que es absolutamente brillante y que engloba toda la magnitud y nobleza de esta novela.

Eso es lo que suele pasar con las vidas que, como la mía y también la suya, en realidad como tantas y tantas, solamente están y esperan”.

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