17 Sep
17Sep

Durante el invierno de 2010, en un pequeño pueblo del interior de Mallorca, Anna y Marina, dos hermanas que fueron separadas en su juventud, se reencuentran para vender una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer.
Son dos mujeres con vidas muy diferentes. Anna apenas ha salido de la isla y sigue casada con un hombre al que ya no ama. Marina viaja por el mundo trabajando como cooperante de una ONG.
Mientras intentan desentrañar el secreto que encierra su herencia, tendrán que hacer frente a los viejos conflictos familiares, a la vez que intentarán recuperar los años perdidos.”

¿Sabéis esa sensación que te invade al terminar el último sorbo de un café con el contraste justo entre lo amargo del café y lo dulce del azúcar y su leche? Son segundos de placer puro.

Justo esta sensación rescato al terminar de leer esta novela de Cristina Campos. Además de la gozada que es leer este relato, su título y todas las delicias que en él se describen, hay en esta autora una dulce esencia que transmite en cada una de sus líneas y que, espero, conserve durante mucho tiempo.

Esta novela es capaz de transportarte a Etiopía, a la sede de una oenegé donde las mujeres viven envueltas en telas de llamativos colores, el agua de la ducha no es más que un leve y fino goteo y donde los niños no siempre disfrutan de la infancia que merecen, y en seguida, devolverte al mar, a la vida de un lujo mal entendido, a Mallorca, a esos pueblos baleares de ensueño con los que tantos hemos soñado en nuestras vacaciones, al olor a pan recién hecho.

El final puede resultar demasiado obvio, no es una trama demasiado compleja, sin embargo esta circunstancia no eclipsa en absoluto el alma y el mimo que ha puesto Cristina Campos en este relato y que hace que llegar al final traiga una inevitable sensación de tristeza. He disfrutado de todos y cada uno de los capítulos de este libro. Como añadido para los amantes de la cocina, contiene unas deliciosasrecetas de pan y un bizcocho de limón que nos incitan a querer prepararlas en casa, no se le puede pedir mucho más a este libro (si algún lector se anima a hacer la receta del pan de limón, mi pequeño truco: las semillas de amapola, al gusto).

Es una novela para leer sin prisas, en un entorno relajado, saboreando plenamente y de forma consciente cada momento, aroma, lugar, persona y sabor que nos trae la historia de estas dos hermanas mallorquinas. Que un libro traiga consigo esa paz intrínseca me parece todo un logro digno de alabanza.

Sin duda, “Pan de limón con semillas de amapola” es uno de mis descubrimientos favoritos entre los libros que he leído este año.

Por último, dejo reseñada una entrevista a la autora que permite entrever esa “dulce esencia” de la que hablaba al principio y que constituye una de sus señas de identidad.

 https://www.todoliteratura.es/noticia/9755/entrevistas/entrevista-a-cristina-campos-autora-de-pan-de-limon-con-semillas-de-amapola.html

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